París revela la unidad onírica y metafísica de Giorgio De Chirico

El Museo de Arte Moderno de la Ville de París abre hoy al público una macro-retrospectiva sobre Giorgio De Chirico que reúne cerca de 200 cuadros, esculturas y creaciones del inventor de la 'pintura metafísica', figura clave en la historia del arte del siglo XX.

EFE
Por primera vez en más de 25 años París celebra la obra de Giorgio De Chirico,el artista italiano impregnado de sabiduría clásica y arquitecturas misteriosas, celebérrimo por sus obras de principios del siglo pasado, cargadas de dimensión profética y de absurdos oníricos y sutiles.

La retrospectiva
Giorgio de Chirico (1888-1978), la fábrica de los sueños es, además, ante todo la primera en París donde se exploran los más recónditos aspectos de su creación, "sin etapas ni transiciones de un estilo a otro", de acuerdo con el análisis que en 1970 De Chirico hizo de su atípica trayectoria.

El ejercicio es arriesgado y hasta podría resultar "escandaloso", según vaticina el vespertino
Le Monde, ya que la muestra rompe con la idea de que sólo vale el primer De Chirico.

Esta opinión fue comúnmente admitida por los especialistas desde que el llamado "padre del surrealismo", André Breton, se convirtiese en su más severo crítico, tras haber sido adepto entusiasta de sus revolucionarias trasposiciones metafísicas sobre el tiempo, el espacio y el ser humano, visto como un maniquí apenas mecánico.

El "rumor" de que había habido "traición", sumió al pintor italiano nacido en Volos (Grecia) en cierto destierro artístico, una vía a contracorriente ensalzada ahora de principio a fin en París, hasta el próximo 24 de mayo.

Libremente ajeno a la polémica, De Chirico nunca cesó de explorar a los maestros que le precedieron o de jugar con su propia genialidad.

De ahí que el director del Museo promotor, Fabrice Hergott, recuerde que "el concepto de modernidad evoluciona" sin cesar y que el "divagar pictórico" de De Chirico a partir de los años 20 "no es menos sorprendente" que el de sus primeros años, apoyado con tanto ahínco por Guillaume Apollinaire y Breton.

El objetivo de la retrospectiva es, de hecho, "intentar comprender" a ese artista "más moderno, más inventivo y más feroz que no la mayor parte sino casi todos los artistas que vinieron después de él", explicó.

Para disfrutar con él de su pintura, de sus delicadas esculturas y su siempre audaz imaginación, la muestra toma la obra de De Chirico en su "unidad", precisamente como una "fábrica de sueños" creadora de una "metafísica mutante y siempre operativa".

Además, activa y revela las últimas reflexiones sobre este artista que tras iniciarse al arte en Munich (Alemania), comenzó a pintar en 1909, se instaló en París en 1911, y fue introducido por Apollinaire en 1913 en su círculo de amigos junto a Pablo Picasso, Georges Braque, Francis Picabia y Max Jacob.

Académico de las Bellas Artes francesas en 1974, De Chirico se mantuvo en activo hasta 1975, tres años antes de morir en Roma, ciudad donde se instaló entre 1944 y 1947.

Menos o nada conocidas, algunas de sus creaciones finales son tan enigmáticas como las primeras, según pone de relieve esta retrospectiva, al destacar cómo, siguiendo los pasos de Platón en "La Alegoría de la Caverna", De Chirico se preguntaba si "la vida no sería sólo una inmensa mentira, la sombra de un sueño que se escapa".

El visitante topa con esta duda extraída de un manuscrito sin fecha tras haber contemplado aparatosas y juguetonas "mentiras" del artista como su serie de autorretratos "en traje rojo" (1942) o a la moda de siglos pasados.

Justo tras descubrir evocaciones sobre el vano devenir humano como Retour d'Ulysse (1968), en el que el héroe de la Odisea rema en un pequeño Mediterráneo contenido en el parqué de una habitación, limitado al norte por un armario y una puerta, al este por una silla y una pequeña ventana, al oeste por un sillón y un pequeño cuadro metafísico de De Chirico.

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