Vivir y crear en las nubes

EQUILIBRIO. Habitar en estas construcciones exige un manual de convivencia y respeto que resulta ejemplar

Artista de dos mundos, el argentino Tomás Saraceno construye edificios en el aire con los pies sobre la tierra. Fue la estrella de la última Bienal de Venecia por su proyecto de una tela de araña tridimensional seleccionada por Daniel Birnbaum para el pabellón central

Por Alicia De Arteaga
De la Redacción de LA NACION

El hombre de brazos cruzados y ceño fruncido es Tomás Saraceno, artista argentino en la cima de su carrera internacional fotografiado en el estudio de adncultura antes de comenzar una conversación que reveló los pliegues de la inteligencia y la pasión del arquitecto nacido en Tucumán, formado en la UBA y que vive y trabaja en Frankfurt.

La biografía de Saraceno abruma por la ola expansiva de su producción hacia fronteras ilimitadas, dicho esto literalmente porque sus construcciones tensan la relación entre arte y arquitectura; se sostienen en el aire con el soporte de la energía solar y son, algunas de ellas, habitáculos para ciudadanos sin fronteras, ni mentales ni físicas. Son ciudades poéticas, metafóricas, mutantes y participativas. Tomás Saraceno desarrolla en sus proyectos el concepto de la obra de arte como resultado del trabajo de un equipo, habla de abordajes multidisciplinarios y se apropia de la idea de redes que deja afuera las individualidades.

Es un hombre audaz y no le pone límites a su entusiasmo desbordante, hasta el punto de sumar a diario nuevos feligreses para su causa y de contagiar, de inmediato, el gozo que siente por hacer lo que hace. Tiene unos ojos incisivos, vivaces, que se iluminan cuando habla de su último proyecto, la Nube digital que flotará sobre Londres en las próximas Olimpíadas y que se financiará con donaciones populares.

En un rato partirá para San Luis a encontrarse con su familia y con el paisaje del dique San Felipe que vio volar sus primeras construcciones aéreas, precursoras de la nube, del museo aero-solar y de la gigantesca tela de araña tridimensional que deslumbró en la 53a edición de la Bienal de Venecia. Galaxias formadas por filamentos como gotas de agua en una tela de araña es su obra más famosa, integra colecciones privadas y públicas.

Escuchemos la palabra del artista:

-Estudié en la UBA; hacia el final de la carrera comencé a ir a la Escuela Ernesto de la Cárcova, acá en la Costanera Sur, participando de algo que tenía que ver con el arte. Poco después tuve el privilegio de ser aceptado en el posgrado de la Staatliche Hochschule de Frankfurt; privilegio por la calidad de los profesores: Enric Miralles, Daniel Birnbaum y Peter Cook, entre otros; por ser unos pocos alumnos y porque, además, era gratis.

-¿La arquitectura fue un camino para llegar al arte?

-Mmm, sí. Siempre digo que me recibí de arquitecto porque tenía muy buenos amigos (risas). Pero no me interesa hacer una diferenciación entre arte y arquitectura; toda clasificación es limitada, creo mucho más en un diálogo interesante, enriquecedor, entre arquitectura, sociología, literatura, psicología, antropología. El trabajo en red dirige todo mi pensamiento, hoy la enciclopedia más grande y robusta es Wikipedia. Todavía más, cuando invento algo, al año siguiente está disponible para todo el mundo sin pedir permiso ni pagar regalías. Ahora mismo hemos formado un equipo con Umberto Eco, gente del MIT, de Google e integrantes del equipo del fundraising campaign de Obama, para crear la Nube digital, un landmark ganado por concurso que se verá en los próximos Juegos Olímpicos de Londres. Será una torre metálica con globos de plástico donde se proyectarán imágenes e informaciones. Google piensa ofrecer una suerte de barómero continuo de las búsquedas de los londinenses en Internet, que reflejará el humor y los intereses de los vecinos.

-Esta nube coletiva, multidisciplinaria, plural y en transformación constante, como un work in progress, ¿es una señal del fin del artista en el sentido tradicional?

-Hay un cambio de perspectivas; el espacio, la inspiración, el disparador de una idea está fuera de los lugares previsibles. Por ejemplo, el verano pasado estuve dos meses en la NASA, en San Francisco, en Silicon Valley, avanzando en el descubrimiento que hice acerca de la posibilidad de tener en mapa la tela de araña en tres dimensiones. Primero trabajé mano a mano con aracnólogos de las universidades de Basel y de Frankfurt. Luego llevé los resultados a la gente de la NASA, que se interesó en este mapeo, presentamos un paper juntos y así nació el proyecto de la Bienal de Venecia, de reconstruir la tela de araña en tres dimensiones.

-¿Por qué la tela de araña?

-(Se entusiasma.) Leí en un texto que un grupo de astrofísicos establecía una relación enre el origen del universo y las gotas de aguas suspendidas en una tela de araña; también supe de la existencia del proyecto Millennium Simulation (2005), creado por un think tank de científicos con la intención de precisar formalmente el origen del universo. Cuando describen la geometría de ese momento liminar utilizan como analogía gotitas de agua atrapadas en una tela de araña tridimensional. Para el proyecto de Venecia costruimos en escala el pabellón de la Bienal y metimos adentro tres arañas viudas negras para construir la tela. Una vez terminado el trabajo de las arañas, sacamos la "casita" y la llevamos al hospital de Frankfurt para escanearla con un tomógrafo, algo que fue imposible porque no tenía la sensibilidad necesaria para el registro. En ese momento nos dimos cuenta de que nadie había hecho antes algo similar y que la analogía con el origen del mundo y el alineamiento de los planetas, como esta secuencia de galaxias conectadas por filamentos, era una analogía visible. El trabajo para la Bienal de Venecia fue la interpretación de la interpretación, no teníamos la información necesaria. Al poco tiempo comencé a trabajar con un estudio de fotometría, usando láser y dos cámaras enfrentadas. Estamos logrando el 90 por ciento de la tela original, el mundo científico sigue muy entusiasmado.

-Y esto, ¿qué tiene que ver con el arte?

-(Doble entusiasmo.) Es divertido; lo azarozo de este hallazgo es haber encontrado que la explicación para un misterio que quita el sueño de miles de científicos de todo el mundo era algo tan cotidiano como la tela de araña que puede estar en la esquina de las paredes de cualquier casa. Tomar el riesgo para aventurarse en esa intuición es el trabajo del artista. Nadie se había detenido a pensarlo. Creo que este descubrimiento nace de un proyecto artístico totalmente inconsciente del lugar al que quiere llegar; por lo tanto, cuando empecé no sabía si la tela de araña se podría escanear. Empecé por un placer estético, por un placer de hacer las cosas, un placer que uno no lo puede explicar, reconstruir una tela que hasta ahora solo se había visto bidimensional como la de Spiderman. El científico quizá no se lo planteaba por la necesidad de justificar la toma de riesgo, decir o decirse por qué hace las cosas, como el arquitecto.

-Ése es el punto.

-La disciplina artística no tiene un objetivo, es una intuición, cuando comienza se parece a un entusiasmo. Lo bueno fue lograr que ese entusiasmo se trasladara a muchas otras disciplinas, gente que dedicó tiempo, pasión y plata para poder llevar adelante el proyecto. Los laboratorios prestaban las cámaras, trabajaban hasta las tres de la mañana; un tipo de la NASA en cuatro días escribió un paper de 32 hojas y ahora estamos viendo dónde lo vamos a publicar. Este take truth dentro de la historia de la ciencia, nació de la pasión.

-Esta experiencia ilustra acerca del lugar del artista como inspirador...

-Bueno, yo también me pregunto por qué, y valoro que existan países con prioridades en este sentido; sociedades que protejen y dejan a una parte de la sociedad tener esa inocencia, disponer de ese tiempo para que puedan ocurrir cosas de las que no están muy seguros

-Ese lugar de libertad es el que la sociedad le deja al artista, cuando está todo tan establecido y todo es tan pragmático.

-No totalmente, me parece que el conocimiento es necesario para saber desde dónde y hacia dónde se puede avanzar. Leyendo los textos de adncultura en la tapa que dedicaron a Madonna, pensé mucho en el lugar del artista y creo que existe una analogía con la naturaleza. Como la semilla. Existen tres modos de sobrevivir: hibernación, mutación y reproducción. Como hibernación pongamos el caso de Van Gogh, "el mundo no entiende mi obra, pero yo sigo pintando, tengo que pintar para el momento que alguien me va a descubrir". Es lo mismo que la semilla a la que el medio ambiente no favorece y no brota hasta que en 400 años se dan las condiciones y explota. Reproducción: esto lo veo en muchos colegas, profesores y amigos que se dedican a la enseñanza, piensan "puedo hacerlo, pero al mismo tiempo lo transmito". Es como tener hijos, es una forma de sobrevivir, comunicar mi pasión para que otros sigan con la antorcha encendida. Mutación refiere a la idea del multisoporte. Hoy la foto se vende muy bien, entonces vamos a hacer fotos. O el video es una cosa que funciona bien, entonces lo hago. Tenés como una línea esencial de trabajo, pero al mismo tiempo te vas adaptando al comercio, a las exigencias, vas para adelante. Lo que nos pasa puede ser un equilibrio de estas tres secuencias: hibernar, mutar, reproducir,

-A propósito de "reproducción", se observa una multiplicación de centros, escuelas, universidades; una suerte de viralidad pedagógica.

-Me parece que si uno quiere estudiar arte, el peor lugar para hacerlo son las academias artísticas. Las fuentes de inspiracion están en todas partes, como cuando me interné por dos meses en Sillicon Valley. La Staaliche Hochschule es un punto de convergencia, de contacto, una red de referencias. Cuanto menos tiempo pasás en la escuela, mejor; es una sombra que existe y no existe. Eco describía el significado de "la capital de Europa" como un server; un punto de distribución de información. Una academia de arte es eso, un nexo

-¿Una tela de araña?

-Eso también. La gigantesca obra de la Bienal de Venecia no ocupa lugar; como el conocimiento. La transporté en mi valija, es portátil. Es un elástico que toma la forma y el tamaño que le queramos dar según la tensión aplicada, la forma depende de la tensión y del equilibrio. Me considero un estudiante-admirador de Gyula Kosice. En la facultad, en la cátedra de Sergio Foster, estuve a cargo de una unidad, una suerte de programa de arte. Con María Cohen y Verónica Morelo propusimos un espacio llamado unidad espacial, para pensar una posibilidad de construir más allá de la atmósfera. Lo invitamos a Gyula, él se sintió muy orgulloso porque era la primera vez que la Facultad de Arquitectura lo invitaba. Hicimos una gran publicidad, la FADU imprimió el manifiesto de La ciudad hidroespacial (N. de la R. Fue adquirida recientemente por el Museo de Houston para su colección), lo repartimos a todo el mundo, era nuestro padrino. Estamos acostumbrados a construir sobre una cosa sólida, replantearse la idea de la construcción en términos fisicos y expandir el término de arquitectura como en las Ciudades Aeropuerto, donde los ciudadanos serán gitanos aeronáuticos, viajando por donde los vientos los transporten y se alimentarán con jardines flotantes que crecen sin tierra y las ciudades se podrán unir en el aire formando metrópoliss gigantes...

-Terminar con la idea de límite, frontera, migración...

-Un ejemplo es el museo aero-solar, un museo que vuela con energía solar y está hecho con bolsitas de plástico de diferentes paises, en ese proyecto un montón de gente. Adentro es como una catedral, un trabajo súper horizontal que en el sitio web comenzó como una conversación. Las bolsitas tienen marcas pero cuando vuelan a cien metros son una mancha, un color, un punto casi simbólico y desaparecen las referencias comerciales (Jumbo, Easy, Carrefour); solo queda el color. Reutilizar una bolsita que tardaría 10.000 años para descomponerse es el principio de creación de un museo blando y amable. Construir de esa manera no tiene costos y no hay otra forma de hacerlo que no fuera hecho por la comunidad, ni siquiera pagándolo.

© LA NACION

adnSARACENO. Nació en Tucumán en 1973, pero pasó la mayor parte de su infancia en Italia, donde sus padres se exiliaron en los tiempos de gobierno militar. Arquitecto, graduado en la UBA, considera a Gyula Kosice su fuente de inspiración. Vive y trabaja en Fráncfort. Fue invitado a las 27ª Bienal de San Pablo y a la 53ª Bienal de Venecia. Fue asistente de Olafur Eliasson y alumno en la Universidad de Venecia de Hans Ulbrich Olbrich, con quien organizó un seminario internacional sobre la obra de Gyula Kosice

LAS CIUDADES FLOTANTES

Tomás Saraceno reconoce como maestro a un hombre que marcó un antes y un después en su carrera: Gyula Kosice (Kosice, 1924), pionero del arte cinético, lumínico e hídrico, y miembro fundador del Movimiento Madí. Saraceno estudiaba arquitectura cuando quedó deslumbrado con el creador de La ciudad hidroespacial, obra adquirida este año por el Museo de Bellas Artes de Houston. Ese proyecto de "viviendas nómades", que recurrían a la energía del agua para flotar en el aire y liberar a la humanidad de todas las ataduras, sirvió de inspiración para sus Ciudades aeropuerto. "No se trata de vencer las leyes de gravedad sino de crear la energía de sustentación. Por ello me conecto con todos los científicos de la NASA, para recabar sus opiniones", explicaba Kosice en un manifiesto, a principios de los años 70, abriendo el camino para que su discípulo buscara también apoyo en la agencia espacial estadounidense.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1219853

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