Los móviles de Calder
El Pompidou exhibe una muestra sobre los inicios de Alexander Calder, el artista que con sus figuras circenses dio vida a la escultura en París
PARIS, (EFE).- El Centro Pompidou exhibe desde hoy la primera etapa parisiense de Alexander Calder, entre 1926 y 1933, cuando este artista estadounidense, uno de los escultores más influyentes del siglo XX, forjó su vocabulario artístico personal.
Con el título "Alexander Calder. Les années parisiennes, 1926-1933", la exposición tiene su sede central en la sexta planta del Beaubourg, allí donde el Centro organiza sus muestras históricas.
Una segunda exhibición sobre el mismo tema, "Quel Cirque! Une exposition-atelier autour de Calder" (íQué Circo! Una exposición-taller en torno a Calder), completa la primera y se dedica especialmente a los mayores de cinco años y a sus acompañantes, en la Galerie des Enfants (Galería de los Niños).
Con el título "Alexander Calder. Les années parisiennes, 1926-1933", la exposición tiene su sede central en la sexta planta del Beaubourg, allí donde el Centro organiza sus muestras históricas.
Una segunda exhibición sobre el mismo tema, "Quel Cirque! Une exposition-atelier autour de Calder" (íQué Circo! Una exposición-taller en torno a Calder), completa la primera y se dedica especialmente a los mayores de cinco años y a sus acompañantes, en la Galerie des Enfants (Galería de los Niños).
Figuras con vida
Los comisarios de esta doble muestra, Brigitte Léal y Joan Simon, quisieron explorar en ella los inicios artísticos del creador de "una de las formas más nuevas y audaces de la escultura del siglo XX", "el móvil", como la bautizó Duchamp, recordaron.
Una "personalidad singular" la de este ingeniero de formación, hijo de escultores, que en 1926 llegó a París, a los 27 años, para crear su obra "en una fiesta permanente", rodeado de amigos como Joan Miró, Jean Cocteau, Man Ray, Fernand Léger o Mondrian, subrayaron.
En la muestra han querido revelar el proceso por el que Calder (1989-1976), pintor e ilustrador a su llegada a París, se convirtió en siete años en una figura emblemática del "drawing in space", en uno de los más grandes escultores del siglo XX.
Alrededor de 300 obras, esculturas, fotografías, dibujos y películas componen esta exhibición, pero destacan entre todas ellas las figurillas y artilugios del "Cirque de Calder" (1926-1931), conjunto que, resaltaron, no había dejado Nueva York desde la muerte del artista.
Un creador "transatlántico", como le definieron los comisarios para resumir la manera en que a partir de 1953 dividió su vida entre EEUU, su país natal, y Francia.
Aunque condenados a la inmovilidad por la fragilidad de sus mecanismos y por la ausencia de su autor, la exposición aspira a revelar "la dinámica de las obras que elaboraba el gran creador de móviles, según "una estética del movimiento y del equilibrio".
Las figuras de su "Circo Calder", construidas con todo tipo de materiales reciclados, hilo de hierro, madera, metal, tejidos varios, fibras, papeles, cuero, cartones, hilos, tubos de plástico, tapones, botones o clavos, tampoco entrarán, pues, en movimiento.
Apenas tienen una quincena de centímetros cada una, estas pequeñas grandes obras en su día animadas por mecanismos inventados por el artista.
Con ellas dio verdaderas representaciones circenses, en las que un pintor amigo, Foujita, tocaba el tambor y cambiaba los discos del fonógrafo.
Además de fotografías sobre el espectáculo, tomadas por Andre Kertesz, la exposición muestra ahora en París un filme realizado años después de su creación, ya en 1955.
Su presencia en Beaubourg serán todo un descubrimiento para el público francés, país donde el artista es muy conocido por sus impactantes móviles gigantes, como "La Spirale", en la sede central de la UNESCO desde 1958; o el parque de esculturas de Reims Croix du Sud, en Villeneuve-d´Ascq, (noroeste) creado en 1969, curiosas combinaciones de monumentalidad y ligereza, abstracción y humor.
Por ello, el catálogo que acompaña a la exhibición fue concebido para mostrar la riqueza y la variedad de las esculturas del artista, junto con obras menos conocidas sobre el arte "lúdico y tecnológico, exhuberante y poético" del Calder.
La doble exposición, que podrá verse hasta el próximo 20 de julio, ha sido organizada junto con el Whitney Museum of American Art de Nueva York, donde el Circo de Calder se expone permanentemente y donde su etapa parisiense se presentó hasta el pasado 15 de febrero.
Los comisarios de esta doble muestra, Brigitte Léal y Joan Simon, quisieron explorar en ella los inicios artísticos del creador de "una de las formas más nuevas y audaces de la escultura del siglo XX", "el móvil", como la bautizó Duchamp, recordaron.
Una "personalidad singular" la de este ingeniero de formación, hijo de escultores, que en 1926 llegó a París, a los 27 años, para crear su obra "en una fiesta permanente", rodeado de amigos como Joan Miró, Jean Cocteau, Man Ray, Fernand Léger o Mondrian, subrayaron.
En la muestra han querido revelar el proceso por el que Calder (1989-1976), pintor e ilustrador a su llegada a París, se convirtió en siete años en una figura emblemática del "drawing in space", en uno de los más grandes escultores del siglo XX.
Alrededor de 300 obras, esculturas, fotografías, dibujos y películas componen esta exhibición, pero destacan entre todas ellas las figurillas y artilugios del "Cirque de Calder" (1926-1931), conjunto que, resaltaron, no había dejado Nueva York desde la muerte del artista.
Un creador "transatlántico", como le definieron los comisarios para resumir la manera en que a partir de 1953 dividió su vida entre EEUU, su país natal, y Francia.
Aunque condenados a la inmovilidad por la fragilidad de sus mecanismos y por la ausencia de su autor, la exposición aspira a revelar "la dinámica de las obras que elaboraba el gran creador de móviles, según "una estética del movimiento y del equilibrio".
Las figuras de su "Circo Calder", construidas con todo tipo de materiales reciclados, hilo de hierro, madera, metal, tejidos varios, fibras, papeles, cuero, cartones, hilos, tubos de plástico, tapones, botones o clavos, tampoco entrarán, pues, en movimiento.
Apenas tienen una quincena de centímetros cada una, estas pequeñas grandes obras en su día animadas por mecanismos inventados por el artista.
Con ellas dio verdaderas representaciones circenses, en las que un pintor amigo, Foujita, tocaba el tambor y cambiaba los discos del fonógrafo.
Además de fotografías sobre el espectáculo, tomadas por Andre Kertesz, la exposición muestra ahora en París un filme realizado años después de su creación, ya en 1955.
Su presencia en Beaubourg serán todo un descubrimiento para el público francés, país donde el artista es muy conocido por sus impactantes móviles gigantes, como "La Spirale", en la sede central de la UNESCO desde 1958; o el parque de esculturas de Reims Croix du Sud, en Villeneuve-d´Ascq, (noroeste) creado en 1969, curiosas combinaciones de monumentalidad y ligereza, abstracción y humor.
Por ello, el catálogo que acompaña a la exhibición fue concebido para mostrar la riqueza y la variedad de las esculturas del artista, junto con obras menos conocidas sobre el arte "lúdico y tecnológico, exhuberante y poético" del Calder.
La doble exposición, que podrá verse hasta el próximo 20 de julio, ha sido organizada junto con el Whitney Museum of American Art de Nueva York, donde el Circo de Calder se expone permanentemente y donde su etapa parisiense se presentó hasta el pasado 15 de febrero.
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