León Ferrari, volver a empezar
A los 88 años, tras haber ganado el premio mayor de la Bienal de Venecia y a punto de exhibir una retrospectiva en el MoMA, León Ferrari advierte sobre "el riesgo de repetir lo que tiene éxito"
Por Laura Casanovas
De la Redacción de LA NACION
En pocos días, la escena artística internacional volverá a tener como protagonista al argentino León Ferrari con la apertura de dos muestras: el viernes próximo, como invitado especial a la Bienal de la Habana, y el 5 de abril, con la retrospectiva que le dedicará el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Hace tiempo que su obra traspasó las fronteras del arte local. Sin embargo, en los últimos años no cesa de cosechar reconocimientos, entre los cuales se destaca el premio mayor de la 52a Bienal de Venecia -El León de Oro- que obtuvo hace dos años. Mientras tanto, Ferrari se levanta cada mañana para ir a su taller del barrio de San Cristóbal, donde trabaja hasta el mediodía. Allí recibió a adn cultura, mientras anudaba con sus manos de 88 años los alambres que dan forma a una gran esfera que donará al Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro).
La primera reacción al ingresar en el taller del artista es de feliz asombro ante la cantidad de obras en distintos soportes, tamaños, materiales y colores. Asombro que se incrementa al percibir que cada pieza parece estar en el lugar indicado. Así, su lugar de trabajo revela una conciencia creativa con una coherencia que se observa a lo largo de su trayectoria, durante la cual ha sabido cosechar tanto grandes elogios como rechazos. "Es una suerte tener gente en contra, quiere decir que uno le llega", dice.
"Es fácil, podés hacerla vos también", afirma mientras muestra cómo construye la obra que donará al Macro. Toma dos alambres y comienza a unirlos en silencio con la facilidad que da el talento.
En la muestra del MoMA, con la curaduría de Luis Pérez Oramas, habrá otra esfera de alambre que el artista realizó en los años 80 y que el museo neoyorquino adquirió hace poco. La muestra, que viajará en septiembre al Museo Reina Sofía de Madrid, no sólo convoca a Ferrari sino también a la artista Mira Schendel (brasileña de origen suizo, 1919-1988) con la idea de mostrar su evolución, de alguna forma paralela: se conocieron en Brasil, donde vivieron exiliados, y coincidieron en la vertiente conceptual de buena parte de su producción, así como en la constante experimentación.
La vertiente no abstracta de la obra de Ferrari también estará presente en el MoMA. De forma y contenido crítico político y religioso, alcanzó su mayor repercusión en 2004 con la retrospectiva del Centro Cultura Recoleta, origen de una polémica que colocó a Ferrari en los principales diarios del mundo. Probablemente la creación más representativa de esta línea sea Civilización occidental y cristiana (1965), en la que se ve un Cristo de santería crucificado sobre la reproducción de un avión de combate norteamericano, como denuncia de la guerra de Vietnam, y que en estos días se puede ver en el Macro. Una obra que Ferrari nunca venderá.
Al preguntarle sobre los reconocimientos que recibió en los últimos años, expresa: "Hay gente inteligente que no se daba cuenta y que finalmente se dio cuenta de mi obra", responde y sonríe con esa forma característica que lo asemeja a un niño travieso. Más adelante aclara que era una broma. Y prosigue: "Sucede sobre todo con el mercado, que me ignoraba. Ahora en cambio estoy vendiendo bastante bien. Pude comprar este taller hace tres años. En el arte hay que perseverar. Es lo que les digo a los jóvenes. Hay que ser paciente, trabajar, no fijarse en el mercado".
¿El horizonte del artista tiene que ser el trabajo? "No, tiene que ser la renovación. Porque si uno se queda, corre el riesgo de repetir lo que tiene éxito y ahí se embroma. Uno se tiene que ganar la vida con otra cosa para poder hacer lo que quiere, si no, se deforma para vender. Durante 30 años me gané la vida haciendo otras cosas y, mientras, me dedicaba también al arte." La carrera de origen de León es la ingeniería, profesión que ejerció.
Ferrari atravesó momentos muy difíciles: cuando se debió exiliar a Brasil en 1976 por motivos políticos; cuando un año más tarde recibió la noticia del asesinato de su hijo Ariel -que no había querido dejar el país- por parte de la dictadura militar. Son varias las obras en las que alude a la dictadura militar argentina. Por ejemplo, la serie Nosotros no sabíamos y la de los collages para el Nunca Más -el informe de la Conadep sobre la desaparición de personas-, que estarán presentes en la Bienal de la Habana. La selección estuvo a cargo de las curadoras Andrea Giunta y Liliana Piñeiro.
¿Algún deseo que quisiera cumplir? "Aguantar un poco más, como mi viejo, con la cabeza bien."
¿Es feliz? "Sí, creo que sí. Estoy con Alicia [su esposa] hace 67 años. Estamos bien, a pesar de los años."
© LA NACION
De la Redacción de LA NACION
En pocos días, la escena artística internacional volverá a tener como protagonista al argentino León Ferrari con la apertura de dos muestras: el viernes próximo, como invitado especial a la Bienal de la Habana, y el 5 de abril, con la retrospectiva que le dedicará el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA).
Hace tiempo que su obra traspasó las fronteras del arte local. Sin embargo, en los últimos años no cesa de cosechar reconocimientos, entre los cuales se destaca el premio mayor de la 52a Bienal de Venecia -El León de Oro- que obtuvo hace dos años. Mientras tanto, Ferrari se levanta cada mañana para ir a su taller del barrio de San Cristóbal, donde trabaja hasta el mediodía. Allí recibió a adn cultura, mientras anudaba con sus manos de 88 años los alambres que dan forma a una gran esfera que donará al Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro).
La primera reacción al ingresar en el taller del artista es de feliz asombro ante la cantidad de obras en distintos soportes, tamaños, materiales y colores. Asombro que se incrementa al percibir que cada pieza parece estar en el lugar indicado. Así, su lugar de trabajo revela una conciencia creativa con una coherencia que se observa a lo largo de su trayectoria, durante la cual ha sabido cosechar tanto grandes elogios como rechazos. "Es una suerte tener gente en contra, quiere decir que uno le llega", dice.
"Es fácil, podés hacerla vos también", afirma mientras muestra cómo construye la obra que donará al Macro. Toma dos alambres y comienza a unirlos en silencio con la facilidad que da el talento.
En la muestra del MoMA, con la curaduría de Luis Pérez Oramas, habrá otra esfera de alambre que el artista realizó en los años 80 y que el museo neoyorquino adquirió hace poco. La muestra, que viajará en septiembre al Museo Reina Sofía de Madrid, no sólo convoca a Ferrari sino también a la artista Mira Schendel (brasileña de origen suizo, 1919-1988) con la idea de mostrar su evolución, de alguna forma paralela: se conocieron en Brasil, donde vivieron exiliados, y coincidieron en la vertiente conceptual de buena parte de su producción, así como en la constante experimentación.
La vertiente no abstracta de la obra de Ferrari también estará presente en el MoMA. De forma y contenido crítico político y religioso, alcanzó su mayor repercusión en 2004 con la retrospectiva del Centro Cultura Recoleta, origen de una polémica que colocó a Ferrari en los principales diarios del mundo. Probablemente la creación más representativa de esta línea sea Civilización occidental y cristiana (1965), en la que se ve un Cristo de santería crucificado sobre la reproducción de un avión de combate norteamericano, como denuncia de la guerra de Vietnam, y que en estos días se puede ver en el Macro. Una obra que Ferrari nunca venderá.
Al preguntarle sobre los reconocimientos que recibió en los últimos años, expresa: "Hay gente inteligente que no se daba cuenta y que finalmente se dio cuenta de mi obra", responde y sonríe con esa forma característica que lo asemeja a un niño travieso. Más adelante aclara que era una broma. Y prosigue: "Sucede sobre todo con el mercado, que me ignoraba. Ahora en cambio estoy vendiendo bastante bien. Pude comprar este taller hace tres años. En el arte hay que perseverar. Es lo que les digo a los jóvenes. Hay que ser paciente, trabajar, no fijarse en el mercado".
¿El horizonte del artista tiene que ser el trabajo? "No, tiene que ser la renovación. Porque si uno se queda, corre el riesgo de repetir lo que tiene éxito y ahí se embroma. Uno se tiene que ganar la vida con otra cosa para poder hacer lo que quiere, si no, se deforma para vender. Durante 30 años me gané la vida haciendo otras cosas y, mientras, me dedicaba también al arte." La carrera de origen de León es la ingeniería, profesión que ejerció.
Ferrari atravesó momentos muy difíciles: cuando se debió exiliar a Brasil en 1976 por motivos políticos; cuando un año más tarde recibió la noticia del asesinato de su hijo Ariel -que no había querido dejar el país- por parte de la dictadura militar. Son varias las obras en las que alude a la dictadura militar argentina. Por ejemplo, la serie Nosotros no sabíamos y la de los collages para el Nunca Más -el informe de la Conadep sobre la desaparición de personas-, que estarán presentes en la Bienal de la Habana. La selección estuvo a cargo de las curadoras Andrea Giunta y Liliana Piñeiro.
¿Algún deseo que quisiera cumplir? "Aguantar un poco más, como mi viejo, con la cabeza bien."
¿Es feliz? "Sí, creo que sí. Estoy con Alicia [su esposa] hace 67 años. Estamos bien, a pesar de los años."
© LA NACION
FICHA. Tangled Alphabets: León Ferrari and Mira Schendel , en el MoMA de Nueva York, del 5 de abril al 15 de junio. Invitado especial a la Décima Bienal de La Habana (del 27 de marzo al 27 de abril), Ferrari exhibe Civilización occidental y cristiana en el Macro de Rosario hasta el 30 de abril.
Siete nietos en busca de una fundación
Así como menciona a su mujer, Alicia, Ferrari habla contento de sus siete nietos, seis mujeres y un varón. Son ellos quienes llevan adelante, con el visto bueno y el apoyo del abuelo, el proyecto de la Fundación Augusto y León Ferrari, que tendrá como patrimonio el archivo y obras de ambos artistas. Augusto Ferrari, el padre de León, fue un arquitecto, pintor y fotógrafo que se dedicó a construir iglesias y decorarlas. En la Argentina, su hijo organizó hace siete años una muestra en el Centro Cultural Recoleta que permitió apreciar los frisos enormes pintados al óleo por Augusto, que se completaban con objetos reales y música. "Él era realmente artista", dijo Ferrari a adncultura. "¿Usted no?", fue la pregunta siguiente. Sonrisa del artista. "Es que él estudió en la Academia Albertina de Torino, que es una de las mejores."
Julieta Zamorano, una de las nietas del artista, dijo que espera que el año próximo pueda estar abierta la fundación, impulsada en principio con capital familiar. Aún no está definido el lugar físico donde funcionará, pero sí está claro que será en San Cristóbal, cerca del taller de Ferrari. "Los siete nietos estamos muy empapados con toda su obra y no nos es indiferente. Hablé con todos mis primos y coincidimos en hacernos cargo. Es un alivio para la familia saber que hay algo que no es ni de la familia, ni de un particular, ni de un museo, sino de una fundación, que es como un cuarto actor", explicó Julieta. La intención es que por medio de la fundación se mantenga viva la acción artística de Ferrari. Por eso se buscará que tenga un perfil cultural y de vanguardia.
Así como menciona a su mujer, Alicia, Ferrari habla contento de sus siete nietos, seis mujeres y un varón. Son ellos quienes llevan adelante, con el visto bueno y el apoyo del abuelo, el proyecto de la Fundación Augusto y León Ferrari, que tendrá como patrimonio el archivo y obras de ambos artistas. Augusto Ferrari, el padre de León, fue un arquitecto, pintor y fotógrafo que se dedicó a construir iglesias y decorarlas. En la Argentina, su hijo organizó hace siete años una muestra en el Centro Cultural Recoleta que permitió apreciar los frisos enormes pintados al óleo por Augusto, que se completaban con objetos reales y música. "Él era realmente artista", dijo Ferrari a adncultura. "¿Usted no?", fue la pregunta siguiente. Sonrisa del artista. "Es que él estudió en la Academia Albertina de Torino, que es una de las mejores."
Julieta Zamorano, una de las nietas del artista, dijo que espera que el año próximo pueda estar abierta la fundación, impulsada en principio con capital familiar. Aún no está definido el lugar físico donde funcionará, pero sí está claro que será en San Cristóbal, cerca del taller de Ferrari. "Los siete nietos estamos muy empapados con toda su obra y no nos es indiferente. Hablé con todos mis primos y coincidimos en hacernos cargo. Es un alivio para la familia saber que hay algo que no es ni de la familia, ni de un particular, ni de un museo, sino de una fundación, que es como un cuarto actor", explicó Julieta. La intención es que por medio de la fundación se mantenga viva la acción artística de Ferrari. Por eso se buscará que tenga un perfil cultural y de vanguardia.
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