González-Torres para todos los sentidos

El Malba presenta por primera vez en Buenos Aires una exposición de uno de los exponentes clave de la escena artística internacional en los años 80 y 90



¿Qué puede esperarse de un artista cubano residente en Nueva York, marxista, gay y conceptual-minimalista? Si no es todo, mucho. Félix González-Torres (1957-1996) logró explorar a través del arte esferas tan diversas como el amor privado y la política pública, logró investigar nuevas nociones de instalación, producción y originalidad y logró convertirse en uno de los exponentes clave de la escena artística internacional en los años 80 y 90.

Bajo el nombre Somewhere / Nowhere (Algún lugar / Ningún lugar), el Malba presenta una exposición que deja ver a este artista emblemático de la escena artística en todas sus facetas. La muestra incluye sus series más representativas, entre las que se encuentran las instalaciones de caramelos y chupetines, las pilas de papel impreso (stacks), los rompecabezas, y los carteles de vía pública (billboards).

Se trata de piezas pertenecientes a colecciones públicas y privadas de los Estados Unidos y Europa, obtenidas gracias a la colaboración de su galerista, Andrea Rosen, y de instituciones de la escala del MOMA y del Art Institute de Chicago.


Lo público y lo privado

En el trabajo de González-Torres, el devenir social y político se articula con acontecimientos relevantes de su propia vida, desdibujando la frontera entre lo público y lo privado.

En sus trabajos aparentemente más íntimos, como los rompecabezas, utiliza fotografías y cartas personales. El objeto del amor es siempre determinado y específico: sus seres queridos, su pareja, sus amigos. Cuando Ross Laycok (su compañero durante mucho tiempo) muere en 1991 por complicaciones relacionadas con el sida, Félix comienza a fotografiar y ampliar secciones de las cartas que éste le había enviado.

A su vez, González-Torres ha reflexionado sobre aspectos públicos de la política y el tratamiento de las minorías marginadas. Nociones como las de propiedad privada, autoría y coleccionismo, entre otras, son cuestionadas y subvertidas en sus trabajos.

"A la vez, muchas de las piezas extienden ese gesto al espectador, generando una relación de intimidad, entre éste y la obra", reconoce la curadora, Sonia Becce. Es que González-Torres le otorga un rol protagónico al visitante: una "alfombra" de caramelos o una pila de chupetines pueden invitar al público a apropiarse de parte de la obra y hacerla desaparecer. Alan Pauls propondrá, en el catálogo editado por Malba, que se trata en realidad de una sobrevida de la obra más allá de la que le aseguran el artista y la institución del arte, en la que el público hace su aporte.


Contemporáneo

González-Torres las aborda estas temáticas desde las artes visuales y con formatos innovadores que dejaron su huella en el arte contemporáneo actual. Entre 1978 y 1985, realiza videos experimentales, fotos y trabajos con recortes de periódicos. Para sus obras utilizó el piso, puertas y ventanas, espacios marginales que la mayoría de los artistas dejaban libre. Allí ubicó sus primeros stacks.

La exposición también presenta la obra performática "Untitled" (Go-Go Dancing Platform), de 1991. Un bailarín, vestido solamente con un pequeño short plateado, baila sobre una plataforma rodeada de luces, mientras escucha música en un iPod, frente a la sorpresa del público.

Otra de las series interesantes son las obras con carteles de vía pública denominados billboards. Por decisión del artista, toda vez que se incluya un billboard dentro de una institución, se deben instalar un mínimo de seis en distintas locaciones de la ciudad. Por eso, durante los casi dos meses que dura la muestra, cada uno de los carteles se exhibirá a su vez en seis puntos diferentes de nuestra ciudad.

Como plus, la muestra del Malba se completa con una serie de seminarios a cargo de importantes curadores que abordan al artista desde distintos enfoques. De esta forma, la obra de este artista que se exhibe año tras año en los principales museos y galerías del mundo, y que hoy está en Buenos Aires, ofrece más de un motivo para ser visitada y explorada por todos los sentidos.

Maia Jastreblansky





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