El objetivista

Horacio Zabala presenta en Wussmann sus obras más recientes, en las que juega con el ensayo como puesta a prueba de una hipótesis; abundan las referencias a Duchamp
Por Laura Isola

ParaLA NACION - BUENOS AIRES, 2008

Horacio Zabala transformó la inmensa galería Wussmann en lo más parecido a un cuarto de juegos que una persona adulta pueda soñar. No solo por la abundancia de objetos, que son sus obras más recientes, en los cuales la sofisticación teórica anida en el arte povera de su realización, sino por el placer que le provoca armar y desarmar, proyectar y construir, pensar y hacer.

Ocupar y diseñar el espacio es, sobre todo, la manera que este arquitecto-artista elige para llevar adelante su arte. Su formación profesional le imprime la impronta de proyectar para realizar la obra. Por eso, Ensayos en zigzag , el título de la muestra, concentra la idea regente: ensayo como experimentación, como puesta a prueba de una hipótesis, al tiempo que se va y se viene, lúdicamente, por los senderos de la investigación artística.

Pero cuando un adulto juega, lo hace de otro modo que los niños. De esta distancia es de lo que hablan muchas de las piezas que están exhibidas. "Cuando hago una muestra, elijo aquellas piezas que sé que puedo mostrar: las que considero terminadas, las que tienen título. Muchas nunca mostraré, porque pienso que les falta. Además, creo mis propias relaciones entre las obras y promuevo similitudes y diferencias entre ellas", dice. Y agrega: "Los títulos de las obras son muy importantes para mí. Como decía Duchamp, el título es una tonalidad de la obra. Esta muestra, sin título, sería otra cosa. Quizá mejor, pero otra cosa al fin".

Horacio con Marcel

Y la palabra mágica ha sido pronunciada porque Marcel Duchamp está presente en cuerpo y alma en la muestra de Zabala. Por un lado, algunos de sus objetos son "verdaderos" ready-mades , con todo lo contradictoria que esta caracterización pueda resultar; por el otro, un cuadro que muestra a Duchamp jugando al ajedrez con la mujer desnuda ha sido intervenido y desplazado por el artista argentino: "Es un desplegable de una muestra en Suiza sobre Duchamp en el que tapé con color el tablero de ajedrez. Luego hice el dibujo que está debajo".

Pero ahí no termina la cosa ni el juego, ya que el tablero azul con las piezas está expuesto muy cerca de este cuadro y es vecino de otra obra que vuelve a evocar al autor del Gran Vidrio : El portabotellas . Esta vez, las botellas son de plástico, descartables, y redoblan la apuesta sobre la inutilidad del adminículo, al tiempo que discuten, sesgadamente, la del arte.

Junto a Duchamp, Horacio Zabala también puede decir otras cosas: "Que fue una de las personas más importantes del siglo XX no es novedad, lo que me interesa, sobre todo, es que, ante la crisis de más 40 años que lleva el arte, que nada nuevo se ha encontrado hasta ahora, lo único que podemos hacer es ajustar y desajustar las tuercas. No puedo pretender más que eso".

Por ese motivo, el ready-made , aclara el autor del libro interactivo El arte o el mundo por segunda vez (1998), "no es una obra de arte en sí misma, si conectás el mingitorio, la obra Fountain (1917) funciona. El chiste «serio» de Duchamp fue sacarlo de lugar y transformarlo en arte".

Teoría de la interpretación

Ya desde los títulos que Zabala les pone a sus piezas, hay una apuesta a la interpretación que no se contradice con la libertad especulativa que deja para los espectadores: "Prefiero que mis obras se arreglen solas. El hecho de firmar mis propias obras no me otorga ningún privilegio interpretativo sobre las mismas", escribe en el catálogo de la exposición. Pero esta declaración promueve toda una teoría y una preocupación del artista frente a la recepción del arte. Para Zabala, lo peor es el silencio: "El arte tiene una manera de enseñar muy diferente a otras disciplinas y lo interesante es ver que provoca una reacción. A veces, buena; otras, mala. Es muy triste cuando entrás a ver una muestra y salís exactamente igual a como entraste".

Asimismo, el artista se enriquece con la recepción: "Me gustan las conexiones que hacen quienes ven mis obras, porque me sirven para descubrir cosas que no había pensado y otras veces para sorprenderme. Cuando presenté en 2001 Ficciones , obra compuesta por latas de aceite de oliva marca Borges -apoyadas sobre un estante, formaban una hilera y de lejos parecían libros-, alguien se acercó y me dijo que le había gustado por el conocimiento íntimo sobre la vida de Borges que la obra expresaba. No entendí bien y le pregunté cómo era eso. «Claro -me dice el hombre-, en la lata dice virgen ... y Borges lo era».

FICHA:

Ensayos en zigzag , de Horacio Zabala . En Wussmann (Venezuela 570), hasta el 18 de abril.
www.wussmannblog.wordpress.com

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