Aparecen 400 nuevas greguerías de Ramón Gómez de la Serna
Un volumen recoge los textos y los hace dialogar con fotos de Chema Madoz
XAVI AYÉN | Barcelona
Es fácil imaginarse a la francesa Laurie-Anne Laget, profesora en la Universidad de la Sorbona-París III, como una especie de Indiana Jones de la literatura que acaba de desenterrar más de 400 greguerías inéditas de Ramón Gómez de la Serna, un hallazgo que se puede degustar en Nuevas greguerías, volumen publicado por La Fábrica.
¿Cómo es posible que existieran tantas? Laget explica: "Es maravilloso seguir encontrandogreguerías. La viuda del escritor legó en 1970 un fondo a la universidad norteamericana de Pittsburgh, y allí tienen 60 cajas repletas de manuscritos, es un archivo espectacular, hay centenares de fichas que él llevaba en su bolsillo para tomar apuntes donde fuera, así como hojas mecanografiadas, probablemente por su mujer. Él mismo había puesto ese título de Nuevas greguerías, enprevisión de un futuro libro que no llegó a ver la luz y para el que dejó un prólogo medio escrito. La caja de nuevas greguerías contenía 530 folios y en cada folio había unas 12, la mitad tachadas con bolígrafo o muy difíciles de leer. Debió de conservar las que le parecían más perfectas. Algunas se publicaron en la prensa argentina, otras en Abc, pero la mayoría quedaron inéditas".
En la década de 1910, Gómez de la Serna (1888-1963) creó un nuevo género literario, concebido inicialmente para la prensa: una frase breve que condensa una definición humorística o poética de la realidad cotidiana y que el propio Ramón –como se le conocía– sintetizó en la fórmula humorismo + metáfora. Ramón escribiría greguerías toda su vida. Las ahora desempolvadas son, advierte Laget, "un poco distintas, se ve un autor más maduro y reflexivo, algunas alcanzan una dimensión poética más intensa, más densa, hay menos chistes". A pesar de que el escritor bebió de fuentes como Jules Renard, le dio un toque único a las piezas y "ha conseguido que cuando digamos greguería lo único que nos venga a la mente son las suyas". Por lo visto en las cajas, Laget asegura que "le salían redondas, si las tachaba las tachaba enteras".
La figura de Gómez de la Serna, que se exilió en los primeros años de la Guerra Civil, ha sufrido el ninguneo por parte de escritores y críticos que no le perdonaron sus simpatías franquistas. Alberti, a su muerte, le escribió estos versos: "Por qué franquista tú torpe ramón / elefante ramón payaso harina" aunque al final le elogiaba: "ramón timón tampón titiritero / incongruente inverosímil pero / ramón genial ramón sólo ramón". Laget afirma que "entre los años 50 y 70 "la crítica era muy exagerada: o lo consideraban un dios o eran muy virulentos. Pero desde los 90 se ha ido recuperando su obra y su figura".
En el yacimiento de Pittsburgh quedan más joyas: "Ahora preparamos la edición de un Diccionario de Ramón. Durante toda su vida fue coleccionando palabras y, al lado, apuntaba la definición del diccionario, obien se inventaba él otra definición, o hacía un dibujito, o creaba una greguería".
El volumen ahora publicado va más allá de la palabra, pues es un diálogo con las fotografías de Chema Madoz (Madrid, 1958), premio nacional de fotografía del año 2000. Las imágenes, cercanas a los poemas visuales de un Joan Brossa, por ejemplo, usan el mismo método que las greguerías: "Mostrar analogías secretas, transformar los objetos, sacarlos de su contexto, sorprendiendo".
En la década de 1910, Gómez de la Serna (1888-1963) creó un nuevo género literario, concebido inicialmente para la prensa: una frase breve que condensa una definición humorística o poética de la realidad cotidiana y que el propio Ramón –como se le conocía– sintetizó en la fórmula humorismo + metáfora. Ramón escribiría greguerías toda su vida. Las ahora desempolvadas son, advierte Laget, "un poco distintas, se ve un autor más maduro y reflexivo, algunas alcanzan una dimensión poética más intensa, más densa, hay menos chistes". A pesar de que el escritor bebió de fuentes como Jules Renard, le dio un toque único a las piezas y "ha conseguido que cuando digamos greguería lo único que nos venga a la mente son las suyas". Por lo visto en las cajas, Laget asegura que "le salían redondas, si las tachaba las tachaba enteras".
La figura de Gómez de la Serna, que se exilió en los primeros años de la Guerra Civil, ha sufrido el ninguneo por parte de escritores y críticos que no le perdonaron sus simpatías franquistas. Alberti, a su muerte, le escribió estos versos: "Por qué franquista tú torpe ramón / elefante ramón payaso harina" aunque al final le elogiaba: "ramón timón tampón titiritero / incongruente inverosímil pero / ramón genial ramón sólo ramón". Laget afirma que "entre los años 50 y 70 "la crítica era muy exagerada: o lo consideraban un dios o eran muy virulentos. Pero desde los 90 se ha ido recuperando su obra y su figura".
En el yacimiento de Pittsburgh quedan más joyas: "Ahora preparamos la edición de un Diccionario de Ramón. Durante toda su vida fue coleccionando palabras y, al lado, apuntaba la definición del diccionario, obien se inventaba él otra definición, o hacía un dibujito, o creaba una greguería".
El volumen ahora publicado va más allá de la palabra, pues es un diálogo con las fotografías de Chema Madoz (Madrid, 1958), premio nacional de fotografía del año 2000. Las imágenes, cercanas a los poemas visuales de un Joan Brossa, por ejemplo, usan el mismo método que las greguerías: "Mostrar analogías secretas, transformar los objetos, sacarlos de su contexto, sorprendiendo".
Algunas greguerías de Ramón Gómez de la Serna
Amor: espionaje.
Las fábricas modernas están orgullosas con su peinado de moños de hierro.
Los cactus quieren ser las letras capitulares del paisaje.
Cuando se duerme la pareja se convierten en vecinos lejanos.
Lágrima: se rompió el termómetro femenino.
Cruzar los brazos es poner raíces al pecho.
El oro: el sol subterráneo.
La violeta es un lunar del aire.
Cuando el viento está desesperado agarra un cubo y lo lanza lejos.
Cuando metemos la nariz en una flor y queda amarilla tenemos nariz de mariposa.
Se ponía los guantes como una caricia ajena.
Los chinos escriben de arriba abajo porque la palabra comienza en el cielo y acaba en el abismo.
Cuando se yergue la serpiente parece que va a bailar flamenco. wFuturo: plagio del pasado.
Muchas mariposas, sí, pero ninguna lleva una greguería en sus alas.
Hay unos árboles buenos que nacen agachados para que se suban los niños en ellos.
Abrió la banana como un libro y se la comió como un erudito.
Nos miran las aceitunas con ojos imploradores.
En el diccionario todas las palabras juegan al escondite con uno.
El mar está lleno de escalofríos.
Máquina de escribir: el anfiteatro de las letras.
Poniendo un oído en un buzón postal se oye un murmullo de adioses.
La sombra nos alarga los pantalones.
Anuncio: "Se vende este chalet con luna propia".
Los demás nos ven como las máquinas fotográficas: al revés.
El dedo gordo del pie derecho quiere ser director de orquesta.
Pestañeo: mariposeo de los ojos.
Las fábricas modernas están orgullosas con su peinado de moños de hierro.
Los cactus quieren ser las letras capitulares del paisaje.
Cuando se duerme la pareja se convierten en vecinos lejanos.
Lágrima: se rompió el termómetro femenino.
Cruzar los brazos es poner raíces al pecho.
El oro: el sol subterráneo.
La violeta es un lunar del aire.
Cuando el viento está desesperado agarra un cubo y lo lanza lejos.
Cuando metemos la nariz en una flor y queda amarilla tenemos nariz de mariposa.
Se ponía los guantes como una caricia ajena.
Los chinos escriben de arriba abajo porque la palabra comienza en el cielo y acaba en el abismo.
Cuando se yergue la serpiente parece que va a bailar flamenco. wFuturo: plagio del pasado.
Muchas mariposas, sí, pero ninguna lleva una greguería en sus alas.
Hay unos árboles buenos que nacen agachados para que se suban los niños en ellos.
Abrió la banana como un libro y se la comió como un erudito.
Nos miran las aceitunas con ojos imploradores.
En el diccionario todas las palabras juegan al escondite con uno.
El mar está lleno de escalofríos.
Máquina de escribir: el anfiteatro de las letras.
Poniendo un oído en un buzón postal se oye un murmullo de adioses.
La sombra nos alarga los pantalones.
Anuncio: "Se vende este chalet con luna propia".
Los demás nos ven como las máquinas fotográficas: al revés.
El dedo gordo del pie derecho quiere ser director de orquesta.
Pestañeo: mariposeo de los ojos.
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