Entrevista a Jacques Hérold

JACQUES HÉROLD Y EL SURREALISMO LATINOAMERICANO
(fragmento)
por Stefan Baciu
Hablando sobre la situación de la pintura en Francia después de la Segunda Guerra en una entrevista con Jean Duché, publicada en Le Littéraire el 5 de octubre de 1946, André Breton afirma "Durante los años de la guerra hasta hoy día la pintura en Francia siguió un curso netamente regresivo, como nosotros ya habíamos conocido de 1918 a 1923. Ella regresó a la imitación más o menos caprichosa (sin excluir la deformación) de los aspectos físicos, imitación que el Surrealismo persiste a considerar como históricamente ultrapasada. Conviene aquí hacer una excepcióin brillante a favor de Brauner y de Hérold, otra (a pesar de ciertas concesiones que hizo a la visión realista) a favor de Domínguez".

¡Es fuera de lo común el hecho que los dos pintores que constituyen una "excepción brillante" en la pintura francesa de aquella época, vengan de Rumania y hayan nacido, los dos, en el mismo pueblito de Moldavia: Piatra Neamtz! Se trata, según nuestra opinión, de un lado, de una de aquellas "coincidencias" surrealistas tan notables e inquietantes y, de otro lado, de un cierto ambiente onírico y mágico que domina la lejana región montañosa y pétrea, ya que la palabra rumana piatra significa "piedra".

Jacques Hérold nació en 1910 y de 1925 a 1927 estudió en Bucarest en la escuela de Bellas Artes, vinculándose al grupo de vanguardia reunido en las páginas de la revista UNU. En julio de 1930 llega a París, donde se reúne con su coterráneo Brancusi, trabajando en su taller hasta cuando -según Hérold nos relató sonriendo- se separan "debido a una receta de un plato de lentejas".

En 1932 Hérold conoce a Ives Tanguy y a André Breton y desde 1934 integra el grupo surrealista, participando en todas sus actividades, especialmente en la invención del "Juego de Naipes de Marseille", con André Breton, Víctor Brauner, Óscar Domínguez, Max Ernst, Wilfredo Lam y André Masson.

En 1954 se instala en Lacoste, Provence, al pie de las ruinas del castillo del Marqués de Sade. Participa activamente en la organización de la Exposición Internacional del Surrealismo de 1947 en París, donde presenta la escultura "El Gran Transparente", una de las obras-maestras del Surrealismo.

Paralelamente con su actividad de pintor Hérold escribió una serie de textos que hacen parte del Maltratado de pintura, editado en París en 1957, en seguida traducido al alemán, cuya segunda edición salió en Francia.

Muertos Breton y Benjamin Péret, ningún otro poeta o artista surrealista tiene más autoridad y más razón de hablar sobre el Surrealismo en Latinoamérica que Hérold: en París mantiene desde largos años amistad estrecha con Lam y Matta; en Santiago de Chile había colaborado en varios números de Mandrágora, ilustrando libros de Braulio Arenas, Jorge Cáceres y Enrique Gómez-Correa y en Buenos Aires las revistas publicadas por Aldo Pellegrini estudian su pintura e incluyen su colaboración.

La presente entrevista que hicimos a Hérold en su taller en el Passage Ricaut de París, condensa -grabada en cinta- las charlas que mantuvimos sobre el mismo tema en el verano de 1967 en Lacoste, bajo la sombra de las ruinas del castillo del Marqués de Sade, cronometrados por el reloj que contaba implacablemente el tiempo.

Se trata de un balance de más de 30 años que ningún otro surrealista puede hacer mejor que Hérold.
S.B.: ¿Cuándo entró Ud., Jacques Hérold, por primera vez en contacto con el Surrealismo de los países latinoamericanos?
J.H.: Creo que fue en la época cuando recibí las publicaciones del grupo chileno, así como de Argentina y de América Central. Después conocí a algunos poetas y ensayistas quienes me visitaron y escribieron sobre mí. De Chile debo mencionar a Jorge Cáceres, cuyo nombre supongo que habrá de aparecer varias veces en esta conversación, así como Braulio Arenas y Enrique Gómez-Correa. Algunos de ellos vinieron a París, y aquí vivieron algún tiempo, visitaron mi taller donde platicamos largos ratos y más tarde ilustré varios de sus libros.

S.B.: Ud. acaba de mencionar también la Argentina. Y esto me parece muy importante puesto que en Buenos Aires se publicó la primera revista surrealista de Latinoamérica (Qué, editada por Aldo Pelligrini en 1928). ¿Ha tenido Ud. contactos directos con la Argentina?
J.H.: Sí, como no, pero especialmente con jóvenes pintores y con una revista que se editaba en Buenos Aires y cuyo nombre, si no me falla la memoria, era Cavalcade, donde también colaboré y en cuyas páginas salieron textos sobre el Surrealismo y la pintura.
Recuerdo también que Aldo Pellegrini vino a París después de la guerra, pero nosotros nos habíamos alejado de cierta manera uno del otro y lo que venía de muy lejos era un tanto distante. Sin embargo me acuerdo que me visitó en mi atelier y que hablamos sobre las publicaciones argentinas. Pellegrini es un poeta muy en el centro del movimiento y de la poesía. A veces solían improvisarse en mi atelier fiestas "gauchas", con pintores argentinos que traían mate y hubo también un torero, creo que de origen boliviano, que bailó bailes típicos. Pero regresemos a Chile...

S.B.: Sí, me parece excelente idea, puesto que deseo hacerle una pregunta sobre un asuntillo que suele mencionarse a menudo, y casi siempre errado, especialmente en los Estados Unidos, donde, según apuntó Octavio Paz en una mesa redonda, hay gran confusión alrededor de la noción del "Surrealismo".
Me gustaría saber cómo encuadra Ud. la poesía de Pablo Neruda en el contexto surrealista, puesto que, tanto en Europa, y muy especialmente en los Estados Unidos, suele citarse el nombre de Pablo Neruda entre los poetas surrealistas.
J.H.: Según lo que sé desde hace muchos años de la actividad de Neruda, ésta no era una actividad vinculada al espíritu surrealista y no sólo al espíritu de actividad exterior surrealista sino a la actividad en sí, al movimiento y también en el plano de la poesía. Creo además que André Breton y todos los surrealistas no tenían la opinión que Neruda, a través de su actividad, tendía hacia el pensamiento y el comportamiento surrealista. Neruda era lo que suele llamarse un poeta "moderno", un poeta un tanto oficial, lo que ya es menos interesante en la actividad y en el pensamiento de un poeta. Para nosotros el poeta es un ser en principio en continuo conflicto con la sociedad, con todo lo que es organizado.
Un poeta es un hombre superiormente organizado en la desorganización, en la revuelta, en el no-conformismo y a mi ver Neruda es un hombre superiormente organizado en el sentido corriente del mundo "organizado" impuesto a ciertos hombres.

S.B.: Creo que Ud. señaló exactamente lo esencial de la obra y de la personalidad de Neruda, y esto confirma en perspectiva histórica la posición del grupo Mandrágora de Santiago en los años de la década del '30 y '40. ¿Ha tenido Ud. contactos con Mandrágora?
J.H. : Los de Mandrágora desarrollaron su actividad durante la guerra y yo viví aislado en los años de la guerra en Europa, y antes de 1945 no se podía saber lo que acontecía en los Estados Unidos o en Latinoamérica, donde vivían mis amigos que estaban de cierta manera aislados. Tengo en mis colecciones los números de Mandrágora así como otras publicaciones chilenas y colaboré en ciertos números, pero no he tenido contacto con ellos, debido a las circunstancias históricas. Especialmente en Chile la poesía surrealista ha tenido una cierta intensidad que tocaba a toda la América, fuera naturalmente del tiempo cuando André Breton vivía en Nueva York. Creo que en Latinoamérica los surrealistas chilenos han tenido la actividad más evidente y más próxima a nuestros sentimientos, la más próxima a nuestro corazón.

S.B.: Así me lo ha dicho también Benjamin Péret, cuando en Río de Janeiro hablábamos del Surrealismo en Latinoamérica, y él también me habló con entusiasmo de la poesía de Cáceres, Arenas y Gómez-Correa. Dígame Ud., Hérold: ¿hay una explicación para esto? ¿Tal vez la "loca geografía" a la cual se refirió un escritor chileno, o los temblores, o la violencia del paisaje chileno? ¿O es sencillamente un accidente?
J.H.: He aquí una pregunta que no puedo contestar concretamente porque no he tenido la oportunidad de visitar Chile. Creo que el joven poeta Cáceres quien se suicidó o murió de una manera violenta, tenía conocimientos lingüísticos y un amor por la poesía surrealista y la poesía en general, es decir aquella poesía que se vincula a la poesía francesa, a la poesía que más nos tocó, la poesía del Siglo XIX: Nerval, Baudelaire, Rimbaud, y Apollinaire. Creo también que Cáceres puede ser uno de los poetas más intensamente ligados al espíritu surrealista. Enrique Gómez-Correa, también tocado por este espíritu y Braulio Arenas a quien no conocí personalmente a pesar de haber ilustrado sus libros, son de los más notables. Ilustré a estos poetas corno prueba de amistad y como un medio de comunicación.
(...)

En Stefan Baciu: Surrealismo Latinoamericano. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, 1979. pp. 67-77.

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