De la pintura al concepto

Inserciones en circuitos ideológicos. Proyecto Coca- Cola, Cildo Meireles, 1970. Foto: ANDREA KNIGHT Y GENTILEZA PROA


Sistemas, acciones y procesos. 1965-1975, la muestra que se exhibe en Proa, reúne por primera vez obras de artistas de todas las latitudes para dibujar la cartografía de un tiempo de rupturas y desplantes estéticos
Por Daniel Molina  | Para LA NACION



Los artistas lo supieron desde siempre, pero no se lo divulgó hasta hace relativamente poco: la naturaleza imita el arte. Con esta idea se funda la modernidad artística. Es la que impulsa a los impresionistas que, al tratar de mostrar el mundo tal como creían que en realidad era, inventaban una nueva forma de verlo: paisajes diluidos en brumas, colores que se independizan de las formas y ya tienden a la abstracción.

A comienzos del siglo XX esa experiencia de cambio se acelera: las vanguardias van a poner el eje en la idea más que en el gesto, en lo conceptual más que en la expresión. Incluso van a adoptar nuevos soportes, todavía con alguna timidez: el collage y la fotografía o el objeto encontrado (como el famoso mingitorio que Duchamp presenta en una muestra, bajo el título de "Fuente"). Hacia los años 60 esta experiencia disruptiva, tanto en lo intelectual como en lo formal, se lleva al límite.
Esa radicalización del arte es lo que vemos en la excepcional muestra Sistemas, acciones y procesos. 1965-1975, curada por Rodrigo Alonso. Las obras reunidas aquí nunca antes fueron exhibidas en conjunto y es muy poco probable que se las pueda volver a reunir. Provienen de museos y colecciones diferentes. Haber logrado producir esta muestra es un logro que debe reconocerse.
La década que comienza a mediados de los años 60 fue la época en la que todo lo establecido estalló y ya nada volvió a ser lo mismo. Hasta fines de los años 50, la pintura seguía reinando en el mundo del arte, y el expresionismo abstracto (con su énfasis en la gestualidad del artista) era el movimiento más importante. Los jóvenes de los años 60 revolucionan completamente ese panorama.
A partir de entonces, lo central es la idea: el eje se desplaza desde lo expresivo y gestual hacia lo conceptual, la generación de sistemas, el énfasis en los procesos y las acciones. En la muestra que se exhibe en Proa se puede ver Cuadrado de aleación de plomo y aluminio (1969), una obra histórica de Carl André (valuada hoy en un millón de dólares), que no tiene ningún punto de contacto con las ideas artísticas dominantes apenas una década antes. El minimalismo de André apunta a concentrar "lo máximo en lo mínimo", saturando de poesía (pero de una poesía críptica y no fácil de decodificar) una forma básica. Para los amantes de la expresión, la hierática obra de André es casi una blasfemia.
Las vanguardias sesentistas se consideraban herederas de las que habían aparecido a comienzos del siglo XX y se habían diluido durante los años oscuros de la Segunda Guerra Mundial. Las nuevas corrientes también se sienten parte de una conciencia crítica, que se manifiesta como una revuelta contra las ideas y prácticas inmediatamente anteriores. Como el expresionismo abstracto ponía el eje en la materia y el gesto, los movimientos sesentistas van a ir en busca de experiencias sistemáticas que desmaterializan la obra, como happenings , video, performances , intervenciones, registros, trabajos con la naturaleza y exposición del cuerpo.
La muestra de Proa es el mapa que permite orientarse en ese proceso disruptivo en el que lo canónico se desvaneció en el aire. Ante la estética oficial, los nuevos artistas van a tomar como modelo la ciencia, la filosofía y la literatura. Llevan la frase de Leonardo ("el arte es una cosa mental") a su máxima expresión.
Lo primero que se advierte en la muestra de Proa es una sorprendente diversidad. Hay varios tipos de soportes, desde la fotografía hasta el video, del objeto a la instalación. Pero no es la pluralidad de soportes lo más importante, sino la diversidad de ideas y proyectos. Con los años, esa diversidad fue resumida bajo el rótulo empobrecedor de "conceptualismo", pero en los años 60 y 70 los artistas pensaron su producción desde otros muchos lugares, como arte de sistemas, de acciones y de procesos, minimalismo, arte político, arte povera , arte de los medios, etcétera.
En la primera sala de la muestra se ofrece una especie de resumen de las distintas apuestas. Rodrigo Alonso rescata a Raúl Lozza y su perceptismo como un antecedente del arte que surgirá en los años 60, después de que el estallido pop derribara todo lo establecido. En la muestra se ve el diagrama que le permitió a Lozza pensar la obra, junto al cuadro. Esta obra inaugural dialoga perfectamente con el Proyecto Cubo , de Alejandro Puente. Ambas son tributarias claras de la idea de sistema y ofrecen una lectura local (y anterior) al minimalismo estadounidense, que hará su presentación en público en 1966.
Desde el inicio de la recorrida por las salas de Proa queda claro que la producción de los artistas latinoamericanos no tenía nada que envidiar a sus contemporáneos europeos y estadounidenses. Las fotos en las que aparece Alberto Greco (1931-1965), en una de sus clásicas intervenciones sobre la realidad, transformando en obra de arte cada hecho u objeto que señala -por el procedimiento de ponerle la firma a todo-, son de 1962.
En España no había por entonces un artista tan audaz y original, capaz de crear un mundo a través de exasperar una de las intuiciones de Duchamp: el artista es el que crea el sentido al señalar lo que los demás no ven. No olvidemos que la última obra de Greco fue su suicidio: escribió en su mano izquierda la palabra "Fin" y en la pared del cuarto en el que murió "Ésta es mi mejor obra".
Se exhiben dos obras de John Baldessari: una serie de fotografías en las que registra los momentos en que se forma una línea recta al lanzar tres globos amarillos al aire, y un video en blanco y negro en el que todo el tiempo repite, como un mantra, "estoy haciendo arte" ante cada gesto que realiza. Ambas obras ponen en crisis la idea de sistema y lo hacen por medio del absurdo (la línea de globos) y la saturación (el video sobre los "gestos" que se transforman en arte por la mera enunciación del artista).
Las tres obras de On Kawara que se encuentran en la vitrina que está en el medio de esta sala condensan como ninguna otra el sentido general de la muestra: apenas tres cajas en las que aparece la fecha en que fueron realizadas, la temperatura del día en que se las hizo y un recorte del diario del día. Como son todas de 1968 (un año en el que cada día pasó algo históricamente relevante), cada acontecimiento registrado azarosamente se ha transformado en memoria histórica. On Kawara actúa de manera sistemática, pero su sistema es absurdo. Sigue reglas que no tienen ninguna finalidad. El actuar sistemático de los artistas de los años 60 era también una forma de criticar el sistema.
El contexto sociocultural en el que se realizaron todas estas obras fue extremadamente rico: es el momento en el que la juventud toma el poder. La juventud como fuerza de consumo y catalizador de tendencias había nacido tímidamente en los años 50 con los primeros acordes del rock, pero logró situarse en el centro de la escena con el pop, en especial con los Beatles.
Fueron años de intensas luchas estudiantiles y de la aparición de los movimientos contraculturales: del Mayo Francés a los hippies californianos. Fueron los años en los que la oposición a la Guerra de Vietnam desencadenó acciones juveniles, pero también los años en los que nace el feminismo, la moda se torna popular, el cine de autor se impone y la publicidad se vuelve cool. Años de luchas y fiestas.
Una de las obras más importantes que se ve en Proa refleja ese momento político-cultural: se trata de Inserciones en circuitos ideológicos. Proyecto Coca-Cola (1970), de Cildo Meireles. El artista brasilero toma botellas de la popular gaseosa y escribe en ellas mensajes políticos antiimperialistas. Luego la botella vuelve a circular y una gran cantidad de otros consumidores podrá leer lo que fue inscripto.
Las obras de esta muestra exigen un espectador que sea capaz de dialogar con ellas, y que, de alguna manera, sea tan activo como el artista, ya que las obras de arte contemporáneo no están terminadas cuando se instalan en la sala, sino cuando nuestra mirada crítica y nuestra interacción con ellas las carga de sentido. Esta necesidad de diálogo es la exigencia mínima para poder leer las tres obras de Margarita Paksa.
Identidad de dos situaciones (1967), nos permite percibir de manera diferente la obra según en qué punto de observación nos situemos. En la sala en la que se agrupan las obras de arte más explícitamente político, están Silencio (1967-2010) y Justicia (1967): dos obras en las que Paksa logra metáforas sutiles pero poderosamente expresivas. La palabra "justicia" vista a través de una mira te-lescópica o el cubo transparente que encierra en su perfección todo el silencio del mundo no son meros manifiestos políticos: dicen más de lo que se piensa en primera instancia, y lo dicen de una manera que es a la vez compleja y etérea.
Casi todas las obras exhibidas en esta muestra son proyectos e intervenciones. Están en proceso de devenir objeto o de transformarse en algo cerrado, pero no terminan nunca de explicitar un sentido acabado. No por una falla de ejecución o impericia, sino como programa: los artistas dejan el mensaje abierto a la interpretación del espectador, que se transforma en un colaborador. Esto es visible hasta en las obras más explícitas, como Homenaje (1974), de Leopoldo Maler, esa máquina de escribir en llamas, que tan claramente alude a la censura, algo con lo que se convivía habitualmente en aquellos años.
Muchas de las obras no tienen materia: son acciones y lo que se exhibe son registros. Un buen ejemplo es el happening que nunca existió y quedó registrado como existente cuando Eduardo Costa, Raúl Escari y Roberto Jacoby envían la información a los medios y éstos la publican. La obra llamada Participación total Happening para un jabalí difunto (1966) funda el arte de los medios. No hay acción o idea que no sea puesta en cuestión y, a la vez, usada por los artistas.
De Bruce Nauman se exhibe un registro fotográfico, Estudios para hologramas (1970), en el que se suceden imágenes de deformaciones de su cara. Un principio lúdico, como si fueran muecas hechas para los amigos, ingresa en la categoría arte.
Horacio Zabala muestra un par de sus obras de los años 70, en las que conjuga intencionalidad política y ejecución poética, como en Este papel es una cárcel (1972). Marta Minujín, Leandro Katz, David Lamelas y Luis Benedit ofrecen distintas posibilidades del arte a partir de las últimas innovaciones tecnológicas de aquellos años.
Esa experimentación con las cámaras, las cintas, los aparatos sonoros, el registro fotográfico pone a los artistas argentinos en línea con los neoyorquinos y alemanes que estaban embarcados en investigaciones similares. Las relaciones centro-periferia eran más ricas y complejas de lo que sugieren los manuales de sociología.
En la muestra de Proa se ven también las primeras intervenciones artísticas sobre la naturaleza. Las coloraciones de las aguas en París, Venecia y Kassel, por parte de Nicolás García Uriburu, están en sintonía con las Rocas intervenidas o el Árbol dado vuelta, de Robert Smithson.
Estas propuestas a gran escala se relacionan con acciones y proyectos más acotados en el tamaño, pero no menos intensos en lo conceptual, como el diálogo que entabla la palmera que crece de forma caótica con la rigurosa medición en la obra Medida: planta (1969), de Mel Bochner, o el Laberinto vegetal (1972), de Luis Benedit, en el que trata a una planta como si fuera un animal (un ratón de laboratorio) y la hace recorrer un laberinto.
En la misma sala se exhibe una de las obras decisivas de Víctor Grippo: Naturalizar al hombre ,humanizar la naturaleza; o Energía vegetal (1972). Grippo va a trabajar con vegetales comestibles (en especial, la papa, un alimento básico de origen americano) para resaltar lo que él llamaba el trabajo de la conciencia y la conciencia del trabajo. Lo vegetal tiene una energía que se manifiesta en el proceso: secándose, pudriéndose, echando brotes.
Cuando estas obras fueron exhibidas por primera vez causaron desconcierto entre los pocos espectadores que se arriesgaron a enfrentarlas. Abrir caminos siempre es difícil. Es un trabajo que lleva tiempo y que no convoca a las multitudes.
Sin embargo, el mundo actual sería muy otro sin ellas. Han contribuido de manera esencial a que el espacio mental de nuestra época sea tal como lo conocemos. La muestra de Proa es una especie de máquina del tiempo que nos transporta al instante en el que nacía el arte contemporáneo.
En aquellos años se sentaron las bases de la cultura que vivimos hoy. Fue una época de fiesta y de estallidos. Todavía podemos seguir discutiendo y festejando.

Ficha. Sistemas, acciones y procesos. 1965-1975 . En Fundación Proa (Av. Pedro de Mendoza 1929), hasta el 25 de septiembre. Martes a domingos, de 11 a 19. Entrada: $ 10; estudiantes: $6; jubilados: $ 4.

EL CATALOGO

Para acompañar la muestra, Proa publicó Sistemas, acciones y procesos. 1965-1975 , un catálogo de 300 páginas, con textos e imágenes de obras capitales y registros de acciones que reactivan la mirada sobre un período decisivo en la historia del arte del siglo XX. La publicación, que se encuentra a la venta en Librería Proa, reúne por primera vez artículos teóricos inéditos de Cristina Freire, Andrea Giunta y Rodrigo Alonso; documentos históricos nunca antes traducidos al español de Mel Bochner, Lucy Lippard y John Chandler, y manifiestos relevantes.

EDUCACION

De martes a domingos, el Departamento de Educación de Proa organiza visitas guiadas y actividades para el público general, escuelas e instituciones. Los martes y viernes, a las 16, se realizan visitas en las que se exploran en profundidad distintos ejes (arte-cuerpo, arte-sistemas, arte-naturaleza) a partir de una selección especial de obras. Más información:http://proa.org/esp/education.php / 4104 1000/1001 / visitas@proa.org

ACTIVIDADES PARA FAMILIAS

Comprenden talleres, juegos y espacios de reflexión que abordan las exhibiciones desde diferentes perspectivas y modalidades de trabajo. Su objetivo es generar espacios de reflexión compartidos entre padres e hijos, chicos y adultos. Consultas: 4104-1041/educacion@proa.org

AUDIOGUÍA

En http://www.proa.org , se puede descargar la audioguía de la exhibición, disponible en formato mp3, para escuchar en un reproductor de audio o celular..






Comentarios

dadamax ha dicho que…
Greetings from Chile!
Thanks for your words.
We are happy!

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