Los hilos terrestres

Teresa Pereda presenta en el Centro Cultural Recoleta el resultado de sus viajes por Argentina, Bolivia y Brasil, una indagación del vínculo entre el hombre y la naturaleza




Por Diana Fernández Irusta
De la Redacción de LA NACION




En la pantalla de video, el ritual ancestral entremezcla sangre de llama, hojas de coca y tierra de la Puna.

En la amplitud de la Sala Cronopios del Centro Cultural Recoleta, esa misma proyección, junto a otros videos, enormes ovillos de lana, regueros de tierra y una impactante videoinstalación de tres canales que ocupa buena parte del espacio y lo inunda de sonidos de agua y de viento, sugiere otro ritual, evidentemente urbano y, quizás, impregnado de alguna nostalgia.

En su muestra Recolección/Restitución. Citas por América, Teresa Pereda logró cristalizar casi veinte años de búsquedas, viajes e indagaciones del vínculo entre el hombre y la tierra. Criada en un campo lanero de Neuquén, la artista, que actualmente alterna su lugar de residencia entre Lincoln y Buenos Aires, recuerda que fue recién a mediados de los años 90 cuando incorporó la tierra como recurso material y simbólico de su obra. Alrededor de 1994, la noticia de que una fundación ecológica había solicitado el envío de muestras de tierra desde diversas regiones de la Argentina la trasladó a una imagen poderosa: "El país entero en un patio", rememora. Se acercó a la fundación, solicitó muestras de ese particular material y se puso a trabajar en un libro de artista, realizado con papel de fibra hecho a mano y tierra. Un libro de páginas porosas, primarias, en cuyo epílogo anotó: "Pude escribir sobre el suelo de mi país. Y fui horizonte, cielo. Fui piedra".

Así fue también como comenzó a viajar. De una punta a la otra de la Argentina, cada vez más frecuentemente, al principio en plan familiar ("Mis hijos me ayudaban a acarrear tierra", dice), luego en forma más solitaria y decididamente vinculada a su proyecto artístico.

Convencida de que la ruta, con sus encantos pero también con su dureza, templa el carácter, Pereda encontró en esa deriva entre localidades y territorios diferentes, otro tipo de conocimiento: "Sentía que el país sufría -comenta-, que no se conectaba". Mientras tanto, su recolección de muestras de tierra se iba convirtiendo también en recolección de encuentros, acceso a otras comunidades, participación en antiguas ceremonias donde la tierra era madre, alimento, germen de lo que fue y del porvenir.

En abril de 2007 viajó a Ushuaia y, durante la I Bienal del Fin del Mundo, realizó una acción colectiva de recolección-restitución de tierra (recibió, de manos de gente del lugar, tierra del bosque de Yatana y depositó allí tierra tomada en otros puntos del país). Llevó, además, 38 kilos de lana, con los que creó un enorme ovillo que echó a rodar por el bosque, e invitó a quienes la acompañaban a realizar un "tejido" que entrelazara personas y árboles. "Me focalicé en la acción -explica-. Me transformé en una performer". En esa, su primera performance , utilizó, también por primera vez, la lana como recurso expresivo, poético y fecundo en significaciones. Tanto aquellas que, en cierto modo, aportó el azar (" Yatana quiere decir ´tejer´ en lengua yagana", se regocija Pereda) como las que permitieron que un ovillo echado a rodar en un bosque se tradujera en nexo, lazo, enlace entre lo humano y lo natural, un canto a lo que, como el agua, construye su potencia en la blandura, la suavidad, el desplazamiento.

Entre los asistentes a la performance se encontraba el videasta Charly Nijensohn, quien la invitó a viajar con él al salar de Uyuni, en Bolivia, donde iba a realizar una serie de fotografías y videos. Pereda aceptó, pero con la condición de que Nijensohn y Juan Pablo Ferlat, otro realizador audiovisual, registraran las intervenciones que ella fuera a realizar en tierra boliviana. Así, en 2008, tuvo lugar la acción a la que llamóRecolección en el salar. Cita en Jaruma . Meses después, la misma comunidad de intereses redundaría enRecolección en la Amazonia. Cita en Morena .

Las vivencias y registros surgidos en estas tres acciones están en la base de la exhibición que, con la curaduría de Ana María Battistozzi, se presenta actualmente, en sintonía con los festejos por el Bicentenario. Pereda realizó la edición de los videos junto con Ferlat y trabajó con Luciano Azzigotti en sonido, un elemento crucial para el resultado final de la muestra. Con un acertado equilibrio entre los sonidos registrados en los espacios naturales y aquellos de factura electroacústica, la banda sonora, reelaborada especialmente para adaptarse a los requerimientos de la sala de exposición, potencia la sugerencia de las imágenes, tanto con esa otra forma del silencio que a veces resultan ser los sonidos de lo agreste o con el imponente eco de un trueno que acompaña la extrema soledad del paisaje de la Puna.

Las voces humanas que aparecen en los relatos de los habitantes de Jaruma y Morena, registrados por la artista, conforman un hilo más en la delicada trama de vínculos entretejidos en este proyecto. Blanda, suave ella misma, Pereda construye sus ofrendas, las brinda y apuesta, como toda tejedora, a su transmisión.


© LA NACION





adnPEREDA (Buenos Aires, 1956) Artista, curadora e investigadora. Estudió en los talleres de Ana Eckell y Estela Pereda. Durante la década del 80, expuso pinturas en la Argentina y el exterior. A partir de los años 90, comienza a trabajar a partir de los viajes y las relaciones interpersonales, desarrollando obra gráfica, libros de artista, objetos y videos.




Comentarios

Ronald Augusto ha dicho que…
sergio!! aquele abraço.

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