Intenso choque de sensibilidades en Bolonia
El video arte de Bill Viola y las composiciones de Arvo Pärt dialogan en una velada única de Arte Fiera
LUCIA MAGI - Bolonia - 31/01/2010
Les une una afinidad electiva, una tensión hacia el mundo interior que uno expresa con armonías ascéticas, el otro con imágenes en movimiento donde los cuerpos se hunden, se rompen, arden y al final siempre se liberan y se hacen reflejo del alma. Pärt y Viola no se conocían hasta el pasado noviembre, cuando coincidieron bajo el Juicio Universal pintado por Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, donde el Papa recibía a los artistas. "Un lugar sugestivo, atemporal, allí la realidad invisible se hace tangible", recuerda Viola. No cabe imaginar lugar más adecuado para un primer abrazo entre los dos. "Ambos ponemos al hombre en el centro de nuestra obra, buscamos la conexión con su alma", explica Viola. "No hablo de religión, sino de espiritualidad". Un nuevo humanismo que usa la tecnología para ser universal. Y que disuelve las tensiones, "mi música es tranquila", dice el compositor. El primer experimento conjunto convenció al público y a los artistas.
Una serie de breves composiciones fueron ejecutadas por 14 músicos del Parco de la Música Contemporánea Ensemble, dirigidos por Tõnu Kaljuste, con encajes vocales de Arianna Savall. Los vídeos elegidos por Viola fueron Fire Woman y Tristan's Ascension,partes de su The Tristan Project de 2005. Antes de dialogar entre sí, imagen y música, entraron en relación con las bóvedas y los silencios de una antigua iglesia románica: el ábside albergaba la orquesta y una pantalla gigante; la nave se llenó de espectadores. Primero le tocó a Viola: un cuerpo en contra luz se diseña en contraste a un fuego naranja. Luego fue el momento del susurro cortés de Pärt, que parece no querer molestar al silencio. La pantalla vuelve a encenderse y se llena de agua, del fragor de una lluvia irrefrenable, que sube en lugar de caer, y en su ascensión se lleva a un cuerpo dormido hacia el cielo.
Cuando se aclara o se inunda el telón se acallan los violines. Cuando suena la primera nota, enmudece la pantalla. Las creaciones de Pärt y Viola agarran el estómago y no llegan a solaparse. Demasiado potentes para ser simultáneas. Demasiado afines para estar lejos.
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