Arte: Siempre nos quedará Brossa
La Fundació del poeta y el MACBA presentan 'Els etcèteres', el primer inédito editado después de su muerte
Barcelona Redactor
El acuerdo al que llegaron el MACBA y la Fundació Brossa el pasado enero, cuando depositaron la colección, el archivo y la biblioteca del artista en el museo para su correcta catalogación, nos va a dar muchas alegrías.
Ahora, el manuscrito de Els etcèteres, formado por un conjunto de 28 poemas visuales inéditos, ha sido publicado (se puede adquirir tanto en la Fundació como en la librería del MACBA) por el Centre Internationale de Poésie de Marseille, con la colaboración de la Institució de les Lletres Catalanes. El original, de 1970, lo conserva el museo barcelonés, y se trata del primer libro de poesía visual editado desde la muerte del poeta, fallecido en 1998.
La obra pertenece al ciclo Poemes habitables. Se trata de una serie numerada que se presenta como una suerte de suite, con piezas que combinan el collage, la inscripción en lápiz, y los elementos más característicos del mundo brossiano, como la omnipresente letra A, inicio del alfabeto, puerta mágica y juego de equilibrios entre la alusión directa y el referente mágico.
Para Glòria Bordons, coautora del prólogo, "el lenguaje de letras y de otro tipo de signos es universal y el lector, libre de interpretarlos, construye el significado a partir de su experiencia y de lo que le sugiere las imágenes". Y es que las propuestas de Brossa, al ser multidisciplinares - el poeta, dramaturgo y creador plástico cultivó durante la misma época el libro de artista -, favorecen diferentes y diversas líneas de lectura, que enriquecen una cosmovisión que puede ser todo menos única y cerrada.
Los poemas, pues, incluyen las formas, descodificadas, típicas del poeta visual: una espada surgida de unos naipes, la palabra "Barcelona" desordenada – es un libro, también, sobre la ciudad -, una esvástica junto a un maniquí (¿referencia al fascismo de la moda?), la conjunción de las sílabas "TRAU" i "MA", la máscara y el reloj... Y, cómo no, los interrogantes, que recorren toda su obra y que confirman, una vez más, que el discurso es un relato abierto, sin conclusiones. Heridas bellas, pero heridas que nos punzan y nos inquietan.
Tal y como apunta Marc Audí al inicio de Els etcèteres, "los poemas visuales de Brossa no rehúyen la actualidad más directa y violenta". Y es que no pocas veces se nos ha querido presentar al poeta como un creador de imágenes más o menos amables, divertidas, en un intento inútil de banalizar su obra. Brossa trabaja desde el humor, nos provoca sorpresa y sonrisas, es una fiesta de confetis y trucos, pero sus piezas son testigos y testimonios de la historia - y más en los setenta, cuando el franquismo aún enseña su cara más sucia – y, por encima de todo, son acciones en el sentido más amplio del término.
Joan Brossa, de este modo, reflexiona sobre el lenguaje y su entorno, construye ilusiones para huir y hablar de la realidad a la vez, pero sin entregarse a una denuncia simplista y moralizante. El poeta es poeta y, por ello, su función es la de mostrarnos la diferencia, la condición de posibilidad. Y todos los etcéteras que, sumergidos como estamos en nuestras rutinas, no somos capaces de observar con todos sus maravillosos matices. Los uniformes, para quienes los necesiten.
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